JULIO FRAGA ha muerto… La capilla ardiente se abre y, allí, rodeado de amigos y familiares, donde al último caluroso adiós le sigue la penúltima cerveza bien fría, Julio no podía faltar. Pero no sólo de cuerpo presente sino en cuerpo y alma. Julio acude a su propio entierro sin saber que, ÉL, es el protagonista de lo que acontece. El espejo convexo se altera en el cóncavo cuando, este, se descubre como el difunto y, desde esa superficie reflectante, visualizará su vida… y muerte. Nacemos escuchando un EA que nos calma, nos mantenemos con desafiantes EA y, en el último aliento, nos vamos con el EA del que se consuela. Una comedia esperpéntica sobre la muerte. Descanse en paz.
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