Esperanza hace un agujero en la pared de su dormitorio para pasar a la hornacina de la diosa Hebe y poder tener encuentros secretos con su enamorado, el joven Cándido. La esclava Rústica, que está enamorada del mismo hombre, descubre el engaño y aprovecha la ocasión para hacerse pasar por Esperanza.
Así, pues, un agujero en la pared es el motor de esta historia. Un agujero por donde se cuela el amor y el humor, las dos armas fundamentales para derribar prejuicios.
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