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Programa de educación canina amable, viendo al perro en su conjunto. Parte II

Programa de educación canina amable, viendo al perro en su conjunto. Parte II

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Este curso nace de mi propia experiencia personal y profesional. Mi trayectoria profesional y personal está marcada por un perro que un día encontré en el pueblo donde trabajaba y que me ha acompañado e inspirado durante sus casi 16 años de vida. 

Por aquel entonces trabajaba como Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos en un tramo del AVE en un pueblo de Valencia y encontré a Azaña, que así le llamé, en la zona de los alrededores de la oficina. Azaña tenía unos 8 meses y ya pesaba 27 kg, mostraba mucho miedo a las personas en general, pero sobre todo a los hombres. Nuestra relación al principio era muy estresante pues él no gestionaba bien las horas de soledad así que mi piso era su centro de descarga, este estrés genero muchos problemas en la convivencia pues no tenía control de esfínteres, ladraba, rompía todo lo estaba a su alcance…., y por supuesto cuando salíamos a la calle yo era arrastrada por él todo el tiempo. Esto que hoy puedo explicar cómo he hecho en las líneas anteriores no era tan evidente para mí y en esa vorágine emocional me di cuenta de que no tenía criterios para decidir qué era lo mejor para nosotros y ni siquiera entendía porque lo hacía. Leí muchas líneas de pensamiento y metodologías de educación, en aquel entonces más bien adiestramiento, canina porque tenía claro que no era razonable que para que aquella situación se estabilizara yo tuviera que infringir dolor o miedo en aquel animal que parecía estar tan perdido como yo. Y así juntos dimos con nuestra propia receta que fue evolucionando en el tiempo para afinarnos en cada etapa con las necesidades y retos que se nos planteaban. Para llegar a este punto de equilibrio pusimos en práctica muchas ideas que parecía lógicas como tirar mucho la pelota, adiestramientos varios, correr varias horas…pero que no nos ayudaban aun siendo amables para los dos, y digo bien para los dos, pues es tan doloroso para el animal observar a su referente dando respuestas fuera de la empatía y la comunicación no violenta como para el humano tener que hacerlas pensando que esa es la única manera porque tiene que ser líder, jefe o dominante. ¡Cuántas etiquetas que nos hacen colocarnos en situaciones donde todos perdemos!

La práctica de todas estas actividades paso por un deterioro en nuestra relación y llego al punto de la obsesión por mi parte porque necesitaba que aquello parara, pero no funciona así el aprendizaje. Y por fin me rendí, acepté que los tiempos para encontrar su propio equilibrio los marcaria él pues no podemos tocar un botón y cambiar a alguien y menos sus estados internos. Al relajarme pude llegar a una observación más profunda de lo que funcionaba y porque funcionaba y lo que no funcionaba y porque no lo hacía, ya podía leer con más criterio la información que sí resonaba con nosotros y nos ayudaría a construir el vínculo que permaneció el resto de nuestra vida.

Él me inspiro en mi cambio de profesión, y junto a Lucky otro perro encontrado en aquella obra en la que trabajaba, ayudaron en la creación de la Escuela Tephira, un espacio para el animal no humano y el humano, porque en la ecuación somos importantes las partes para crear un conjunto armonioso y equilibrado para ganar todos y crecer juntos.

Virginia Torrecillas

Fuente: https://extension.uned.es/actividad/idactividad/39903
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